miércoles, 18 de diciembre de 2019

MARTES 13 DE NOVIEMBRE





I

Mes de muertos y revoluciones
(de sentencias involuntarias)
el entorno se agita, golpea, adormece
                                                       o nubla.

II

En infancia primera
                           temerte fue
                                     tan natural
como en un Roble la fuerza de sus brazos
                                 y así…
                            caminé tus pasos
              en espera de que tu recia ternura
                         me abrazara
mientras rehuía
                           la potencia de tus enojos
                                                    y tu búsqueda perpetua
de lo mejor de los otros
                                          de mí
                                                 de los tuyos
                                                    de los que amabas.

III

Tú: mirada primitiva de…
                                       ¡Todos los Soles de Agua y Terra!

IV

Del mar hiciste
                      una larga prolongación de tu ser
de aventuras perpetuo enamorado
la mar te serenaba,
acariciaba tu alma
cuando penas te inundaban.
Aprendiste la cólera y la calma
el brillo y el perpetuo movimiento.

 V

En tierra fuiste faro
y soñabas todos los mares…

VI

La tierra te dio la firmeza:
los caminos
     la contemplación
                 la música
                    las semillas
                                      el viaje
                                            tu legado, tu riqueza

VII

Ella marcó tu tiempo final;
caída de Árbol que dio
                                vida y sombra
resistiendo tempestades
prolongación de tu fuerza,
                                   tu dolor:
                                    estallido de cólera marina…
árboles derribados, invasión de las aguas en la tierra
                                    suspensión del tiempo
                                                                así fue tu partida:
                                                                       reclamo del mar a la tierra.
Epílogo

Mes de muertos y revoluciones
          de esperanzas
    y sonrisas sembradas;
Del ánima cosecha, soplos y cantos naturales.


Dora Berenice Paredes Acosta

lunes, 2 de diciembre de 2019

MARTHA Y EL VERDE DE SUS OJOS






Permaneció frente al espejo más de lo habitual. Se sentía nerviosa y no sabía por qué. Cuando sus hijas le llamaron para apurarla a salir, se vio por última vez y el espejo le confirmó que estaba pulcra y a tono para ese paseo.

Marthita con casi ochenta años nunca había estado en un lugar como ese, tan bullicioso, tan oscuro, tan pequeño, tan cerrado. Su hija Elda le dijo que ahora les llaman “antros”. Sus hijas habían preparado ese viaje a Querétaro con mucho entusiasmo para que olvidara por completo la tristeza que la había invadido desde hacía varios meses y la tenía en total depresión.

Desde que le dijeron de esa salida aceptó de mil amores. No entendió qué era música de trova, pero no importaba, solo dijo que sí. Cecilia, la menor, había contado varias veces lo fascinante de esos lugares de diversión y en especial el consumo de mopets con tequila don Julio que a ella tanto le gustaban. El espectáculo del cantante tan mencionado dio inicio y de inmediato identificó varias de las melodías que se sabía al pie de la letra; eran de su época.  El trovador se acercó a las mesas y en cuanto la vio concentró su atención en ella, primero porque era la única de esa edad que llegaba a su show, segundo porque cantaba con sobrada ternura, y obviamente la compañía de cinco mujeres bellísimas y solas. El cantante se sentó en su mesa y le cantó al oído; pudo ver el verde de sus ojos y el brillo intenso que solo el tequila fino puede dar. Fascinada y coqueta asombró a sus hijas por esa actitud desconocida hasta ahora. Ellas abrían los ojos y se tapaban la cara con ambas manos ¡Su madre era otra! Originaria de Puebla, de una familia acomodada y chapada a la antigua, era difícil imaginarla con esa nueva personalidad, muy distante de la dureza con que las educó.

Llegada la media noche, don Julio había hecho su magia. Martha y sus hijas jamás en cincuenta años habían podido dinamizar de esa manera; chicas traviesas que solo quieren divertirse. Todo había sido espontaneo y pensando en ella. De regreso al hotel cantaron casi todo el repertorio de la velada, por supuesto desafinadas. Marthita en ese inter se quitó los zapatos, se soltó el pelo encanecido que unas horas antes había acomodado con un broche español divino, y gritó a todo pulmón “Chófer apúrese. Me estoy haciendo pipí…aquí va a pasar un accidente”. Sus hijas dejaron de cantar trova y rieron hasta desmayarse, su mamá era el mejor show de esa noche. Al día siguiente, todas se metieron a una frecuencia silenciosa y cómplice; nadie se burló de la nueva Martha, por el contrario, con ello lograron conservar la sonrisa limpia y ausente, un “estar contento” que en su madre era inusual… Así que ahora Querétaro lleva el sobrenombre de “Don Julio”.



Edith González Marín
30 de enero de 2019



EL PASO TRASCENDENTAL




 “No somos seres humanos que tienen
una experiencia espiritual,
somos seres espirituales que
tienen una experiencia humana”.
                  Teilhard de Chardin.

Sabemos lo que es vivir aquí y que todo lo que empieza termina; en el final, al llegar a la inconsciencia, el cuerpo queda sin vida; el alma, como  fumarola sale buscando una luz que la guie al  más allá, donde encuentre familiares y amistades que a su manera le den la bienvenida.

Algún Maestro Ascendido le ayuda a revisar la vida que dejó, para saber si pasa a un plano superior o si tiene que reencarnar para seguir perfeccionándose. Para lograrlo, según experiencias hipnóticas del Doctor Brian Weiss, se necesitan muchas vidas. En la tradición védica y el budismo, este ciclo recibe el nombre de Rueda de Samsara, base de la existencia terrenal.

La leyenda urbana nos cuenta de almas que no encuentran la luz y quedan atrapadas en esta dimensión, creyendo que aún tienen vida y de repente dejan ver su cuerpo etéreo, llenando de espanto a los que la ven.

Pero son teorías, y hasta  Dante Alighieri, en su magna obra literaria  “La Divina Comedia” nos expone su viaje imaginario por el Infierno y el Purgatorio en compañía de Virgilio;  y el Paraíso que le es mostrado por Beatriz, su gran amor.  La verdad no la sabremos mientras estemos aquí, tal vez en el más allá, cuando  demos  el paso trascendental.

Yolanda Placeres Heredia
Octubre de 2019

Imagen: Gustave Doré  


CRÁPULA




 Haz muerto, eres mi escolta.
Despiertas junto a mí,
la envidia te corroe,
soy feliz.
Eres frío,
yo de cálido corazón,
mis labios son carmín,
los tuyos no existen más.
Temen tu mirada,
me burlo de ti.
Deseas visitar mi tumba,
yo vivir la vida.
Consiente de tu frialdad,
temible y tempestuosa,
sacudes mi hogar,
hurtas algo de mi.
Padre, te fuiste a descansar;
ya estarás feliz,
crápula, tarambana.
Espera un rato más,
a la playa iré a caminar.

Ana Leticia López Córdova
Noviembre de 2019

CAUTIVO





Bajo las sábanas descubro tu cuerpo,
tesoro escondido…
Corsario de la noche,
encallo en tus misterios...
En el umbral de tu boca llego a tierra,
y me acechas, soy tu prisionero…

Martín Cruz Alegría
Noviembre de 2019

jueves, 7 de noviembre de 2019

EVOCACIÓN



Hoy en la plenitud de mi quinta década: recuerdo mis años mozos con nostalgia sabor a purgatorio. Lo que antes bien, pensaba, era infierno; hoy es mi paraíso, libertad, soledad, locura, espacio, movimiento… decisión.

Margarita Lorenzana Nolasco
Octubre de 2019

A LAS TRES, EN LA BANCA DE LOS CORAZONES ROTOS




No había regresado a ese lugar desde hacía veinte años, o probablemente más. Siempre imagine en mi acelerada mente (esa loca que me lleva de la mano todos los días a la maraña de enojos, frustraciones y deseos) que algún día regresaría al parque central de mi añorado pueblo y recorrería una a una, las estropeadas bancas que tanto significaban para sus habitantes, y en especial para los adolescentes. Después de tanto tiempo las fachadas, las casas y edificios principales, habían cambiado drásticamente, pero el parque conservaba ese rasgo arquitectónico estilo colonial que se observa en la provincia mexicana.

Aquí les cuento. La última vez que me senté en una de ellas fue cuando chamaco. Como cada tarde, específicamente a las tres, porque en ese horario el parque se vaciaba y me sentaba a esperar a Don Beto, el de los helados mas deliciosos que existen en toda la región central de Oaxaca; pero en esa ocasión, helada quedaría mi alma cuando se escucharon las detonaciones fuertes y constantes, y el correr y gritos desesperados de quien se siente perseguido por la misma muerte. Solo alcance a aventarme entre los arbustos, detrás de esa banca, la del centro del parque, en la que todo mundo le escribía corazones rotos y recados de amor a su amada; ahí donde circulaban las excelsas, angustiantes, locas e incomprensibles cartas jamás entregadas.

Esa tarde singular fui testigo de la más cruel matanza de mujeres a manos del ejército. De eso me enteraría después, porque como se imaginarán, no me quedé a indagar nada de lo ocurrido. Corrí sin parar, más veloz que la última vez que competí con el profesor Madrazo en los juegos estatales…saltando troncos y arbustos atravesé el monte hasta llegar a casa; mis padres solo me dijeron que era el único testigo de ese incidente y que ponía en peligro mi vida, y la de ellos también. Por lo que era necesario mandarme a casa del diablo, lejísimos; con el tío Emiliano.
Quien diría que en eso había terminado todo el mitote de las doñitas, feministas del pueblo; entusiasmadas porque habían conseguido permiso de las autoridades superiores para divorciarse de sus holgazanes maridos y salían ese día a celebrar con una marcha alrededor del parque. La cita para mi desgracia, fue a las tres de la tarde. De pronto, mi añoranza se completó cuando escuché a lo lejos el característico tintineo que tanto extrañaba, metí mi mano a la bolsa del pantalón para alcanzar unas monedas, mi corazón se llenó de gozo y mis ojos se humedecieron. 

Edith González Marín
26 de septiembre de 2018


sábado, 2 de noviembre de 2019

CALAVERA BERNALES 2019






Que escribir que no se haya escrito,
y que no haya sido contado,
sobre historias terrenales
y uno que otro amortajado.
Cuenta la historia olvidada,
y que se recuerda a veces
de aquellos llamados Bernales
literatos se llamaban,
nombre ganado con creces.
La muerte a nadie perdona
de la lista nadie se escapa,
aunque escribas cuentos y poemas
la huesuda siempre te atrapa.
El líder corrió y corrió
creyéndose un intocable
la calaca se lo llevó
amarrado de un cable.
Se escucha la risa nerviosa
y una que otra carcajada,
de Pepón el infeliz
ahora con cara etérea
lo agarraron “de bajada”.
Por los “iunaites” la atrapó
una catrina “agringada”
Carolina ni gritó,
eso no se lo esperaba.
Murió cruzando el “Río Grande”
nadando a grandes brazadas,
por un calambre se ahogó
pues su visa se agotaba.

¡Ay!  queridos Bernales
la tinta nunca se toma,
murieron intoxicados
allá por aquella loma.
Los encontraron azules
era una tinta corriente,
la tomaron  y no ron
no sirvieron sus escritos
y ahora nadie “los siente”.
Siguen siendo un buen grupo
en el panteón aún escriben,
no en la casa de cultura,
todos muertos, nadie vivo,
disfrutan su sepultura.
Ahí los dejo y
yo con ésta me “pelo”,
no vaya a venir la muerte,
y me deje bien “chimuelo”.
Esto no es rima
tampoco prosa,
solo es muerte literaria,
orden del más allá
de una catrina “golosa”.


Jorge Malpica Jiménez
Noviembre 2019


Imagen: Ernesto Zavala Absalón 






domingo, 1 de septiembre de 2019

TIEMPOS IDOS



Todas las tardes se reunían en el Parque Independencia, exactamente en la esquina que formaban las avenidas Carranza y Zaragoza. En su banca preferida, el grupo de señores del Coatzacoalcos de ayer, departían diversos temas entre chascarrillos y anécdotas, y les encantaba galantear a las damas que por ahí pasaban.

Entre ellos, se encontraba un señor fanático de la cacería, que al relatar sus aventuras con venados, tepezcuintles, jabalíes y hasta tigres, lo hacía con tal gracia que todos reían a carcajadas. Al escuchar el alboroto, sabíamos que provenía del grupo de los simpáticos caballeros que alegres disfrutaban los relatos del famoso cazador. Así pasaban la tardeada, siempre en la misma banca del parque, en el querido Coatzacoalcos de los tiempos idos.

Yolanda Placeres Heredia 2018

SUITE PARA UN CLAVICÉMBALO


                                   


                                                 Para Pilar López González

Me dejas instantáneamente sin habla
y con el débil corazón henchido
mis ojos dilatados miran asombros
y escuchan los oídos prístinos sonidos.

José González Gálvez
Mayo de 2011          



REVÉS



Cómo si tus pechos se hunden en sábanas ardientes,
con ellos el ombligo, tu horma,
y no me das, siquiera la posibilidad, alguna,
la más escueta, súbita razón,  
de adentrarme en las puntas de tu fuego…
Cómo si tus pechos se hunden en ese calor manso
y mi ardor glacial me quema,
me dejas morir como ave en sequía
sediento de ti, obstinado por recalar en tus muslos,
me dejas, bien,
la opción de bajar por tus laderas,
mujer de trueno, de estornudo gigante,
y sacudo los sudores secos que hay en tu espalda,
el sudor, ese aguacero entre sal y dulce,
esa combinación de flogisto y miel que se estanca
en el fervor de la noche
después de hacerte el amor, después del desgaste,
después, mucho después, del ya no hay nada,
me dejas la opción de amar el revés, tu piel de arriba,
que dejo abajo, cada vez que entro
en los misterios de tu carne amada, bendecida,
por siempre tu carne prohibida.


 Martín Cruz Alegría



POR ESO PIDO PERDÓN



Pido perdón porque si mi vida no es ahora un cielo, definitivamente no es y nunca ha sido un infierno.

Pido perdón por no haber pasado nunca hambre o sed. Por tener siempre un techo que me protegiera del sol intenso o de la lluvia fría. Por tener ropa para escoger que ponerme, o regalar zapatos que ya no me venían o ya no me gustaran. Pido perdón por haber ido a la escuela, obtener una profesión y un trabajo digno con un salario suficiente. Pido perdón por no ver como bombas y metralla destrozaban las ventanas y mi casa; y como terminaban con la vida y los sueños de mis amigos y de mis seres queridos. Pido perdón porque a pesar de los difíciles tiempos en que vivimos, el miedo aún no ha hecho nido en mi mente y en mi corazón. Pido perdón porque no puedo cambiar la situación de los muchos, miles o millones que no han tenido lo poco, mucho o suficiente que he tenido, o porque precisamente, por tener poco, mucho o suficiente, no he intentado cambiar las condiciones de aquellos que no tienen nada o han perdido todo.

¿Me duele igual una lágrima ajena o el llanto y dolor de los demás?  Si no me duele habré vivido en vano, cubierto por el abrigo de los que solo observan ¿y si no intento aliviar o terminar para siempre ese sufrimiento, que permea los poros, la mirada y los sueños, entonces cual sería el propósito de esta vida?

Así que es por eso, por lo poco, mucho o suficiente que he tenido, por lo que pido perdón.

Jorge Malpica Jiménez
23 de octubre de 2018

EN PAUSA





Como si no existiera nada, en pausa,
preparándonos para el final.
En esa tregua, la duda flota,
el ardor de nuestros cuerpos se detiene,
algo sucede tras el orgasmo finito
que nos mantiene en suspenso.

Martín Cruz Alegría



EL CUADRO





La vida es un trazo, con grafitos, óleos y acuarelas.
El pincel aún no termina el contorno de los caracoles,
que han sido expulsados por un mar embravecido,
solo pinta de azul profundo el horizonte.
Tristes los observo con espiras nacaradas
sobre arenas candentes por rayos implacables.
¡Ha vuelto el pintor!,  fluyen acuarelas,
ahora los caracoles lucen su esplendor,
dorados por el sol, infinitos
formando un vínculo espiritual.
Cada día disfruto el mar
y a las gaviotas elevando el vuelo.
Puedo imaginar escucharlos conversando con el mar,
convertidos en utensilio sonoro para una gran deidad,
hermosos caracoles del cuadro en mi hogar.

Ana Leticia López Córdova



                                                   

ALICIA





Sentada con los codos sobre las rodillas y la cara entre las manos, así se encuentra Alicia, se notan en sus ojos y labios apretados que está enojada.
Ha tenido un día agotador, el cansancio se apodera de su delgado cuerpecito, sus pies descalzos amoratados por el frio; se le estruje su adolorido estómago… tiene hambre.

Seguir caminando es lo que se le ocurre, pasear y mirar a su alrededor;  es   lunes, día de trabajo; la gente va y viene sin mirarse unos a otros. Sigue su camino y al voltear  al piso su atención se centra en algo brillante, se detiene; sus ojitos se iluminan: ¡una moneda!  Es su día de suerte.

Sin pensarlo corre a la primera tienda que encuentra, en la vitrina pueden verse deliciosos bocadillos, una sabrosa torta la hace salivar; no lo piensa más y extiende la moneda, sus labios ya saborean esa rica vianda.
Sale presurosa buscando un rincón donde devorarla, pero de repente; en su prisa se topa de frente con un perro escuálido, que le lanza una mirada a su exquisita torta,   mitigar su hambre es su único pensamiento; compartirla… es su decisión.

Nubia Huicab González


domingo, 21 de abril de 2019

DESAPARECIDA EN VERANO


La soltó de su mano. En la carretera los árboles se enlazaban formando un túnel dantesco. Aprovechó segundos de su distracción para dejarla entre los pasillos del departamento de ropa. Apuró el paso hacia el estacionamiento. Encendió el auto y condujo a prisa. En el almacén ya habrían voceado la presencia de la nena deambular. Imaginó sus ojos verdes ahora rojos y anegados. Detuvo de pronto la marcha en el acotamiento de la carretera y meditó. Pero no renunció al plan. Laila esperaba en el cubículo de la gerencia. Paciente y con la seguridad de que Amelie regresaría por ella. Le preguntaron su nombre. Respondió. Le preguntaban si tenía miedo. Laila negó con la cabeza.   

Monstruoso, para quien no conozca los motivos. No estaba mal de sus facultades. Solo harta. Y esa era su mejor coartada. Amelie y Laila salieron de casa. Amelie perdió a Laila y luego de buscarla se encontraron. Te dije que no te movieras. Iba al probador. Pero como siempre no me haces caso. Diría de todo a todos a costa de que le creyeran.

Entró y se dirigió al estudio. De una gaveta de doble fondo extrajo el revólver. Antes encendió un cigarrillo y miró la silueta de humo subir y disolverse. Acto seguido, se puso el cañón de la pistola junto al labio fosforescente. Se sentó a esperar al hombre. El hombre la acechaba. El hombre que tiempo atrás la había arrebatado del calor materno estaba de regreso.

Lo citó a las dos en el chalet. Sabía que el hombre tenía que llegar. La historia no volvería a repetirse, jamás. La había seguido hasta el colegio. Y desde la reja elogió sus ojos verdes y le rozó las mejillas con las yemas de los dedos. Te he dicho mil veces que no hables con extraños. Eso malo. Pero él es bueno, había respondido Laila. Me regaló un caramelo y prometió que me contará el cuento de los gusanos.

Experimentó la misma opresión en el pecho. El hombre le acariciaba la rodilla mientras dormía. Se repetía la tortura. El castigo a su desobediencia. El cuento de los gusanos: «Y cuando reptaron a los ojos, los gusanos entraron en un nuevo éxtasis, el verde de los ojos de Amelie era tan ceremonial que haberlos devorado había sido un premio a tantos días de ayuno».

No le quedaba más que acurrucarse bajo la sábana. A esperar el amanecer. Hasta que un día Amelie, a sus quince, decidió escapar, desaparecer en verano, y volver a los brazos de su madre que desde hacía mucho se había resignado a no volverla a ver. En cambio, al fin libre, Amelie creyó que no volvía a encontrarse con el hombre.

Y el viento arrojó exasperado una rama de buganvilias contra el cristal de la ventana. Desde ahí contempló la llegada de su hija en un sedán. Bajó primero y detrás de ella, él. La nena sujeta a la mano del hombre que le había convidado un caramelo. El rostro de Amelie se llenó de horror mientras el verde de los ojos de Laila irradiaba inocencia.




Martín Cruz Alegría
Abril de 2019

jueves, 21 de febrero de 2019

EL VERDE DE TU MIRADA


Alberto era un hombre de fuerte presencia, que me imponía y me hacía totalmente frágil; pues con su mirada desnudaba mis ansias de sucumbir ante el verde de sus ojos.

Ana María Huerta Ramírez
Febrero de 2019

lunes, 4 de febrero de 2019

GUSANOS FÚNEBRES



Antes,

los gusanos pensaron comerse unos a otros,

porque habían pasado días sin probar alimento,

hasta que de pronto,

la tarde menos pensada,

hicieron el hallazgo: el cadáver.

Y los gusanos, que entraron en éxtasis,

se dispusieron a celebrar

el festín sobre el cuerpo de días

semi sepultado

entre lodo y hojarasca.

El cuerpo, inmenso, largo,

mostraba una apariencia negruzca,

la carne, fétida y oxidada.

El sol asombró con su tenuidad

y apenas avanzaban en la piel descompuesta.

¿Qué sería?, para el caso era lo mismo,

los gusanos buscan saciar su hambre,

y comieron de la podredumbre

como si tratase del festín del fin de mundo,

pero la carne les supo amarga,

tal vez nunca a los gusanos los muslos de un cadáver

habían sido tan poco placenteros al paladar

pero las extremidades de éste, el sabor, el hedor eran insoportables...

Del cuerpo brotaban las sales de la corrupción, adulterio,

la avaricia,

la traición, el odio, el engaño,

había tanta podredumbre en el cuerpo

que los gusanos quedaron contaminados

y comenzaron a morir lentamente.


Martín Cruz Alegría
Enero de 2019