Hay un campo
de luz sembrado en el tejido de mis venas, que danza silencioso como estrella
hasta sujetar la balsa de mi propia nube. Viajo con la esencia de sus
campanadas como un crucifijo de esperanza, mientras mis pies desnudos se atan a
los latidos del floripondio exangüe.
Urania
Margarita Guerrero Jiménez
Abril de
2020
Imagen: Paul
Jones