sábado, 6 de junio de 2020

UN BESO DE BUENAS NOCHES







Quisiera estar ahí sobre tu cama
y darte un beso de buenas noches.
Acariciar tu piel, acomodar tu cabello,
sentir el calor de tu cuerpo,
contemplar tu silueta envuelta entre sábanas,
y susurrar a tu oído: te quiero.
Acomodarme sobre tu cuerpo,
como  el sol y el mar en el ocaso,
descendiendo delicadamente en el horizonte
hasta desaparecer y convertirnos en la noche,
solos sobre un manto estelar
y entonces darte un beso, un beso de buenas noches.


Emmanuel Parada Huerta

Fotografía: Emmanuel Parada Huerta

MEDUSA SIN PERSEO








"Medusa jamás había perdido la cabeza por nadie hasta que conoció a Perseo".

Martín Cruz Alegría

Imagen: Peter Paul Rubens



LA JUNGLA de Guadalupe Amor y Pedro Friedeberg





En los ochentas. Guadalupe Amor, más agobiada por sus trastornos que por sus más de sesenta años, se volvió a ver rodeada de personas que se volvieron sus amigos. Son muchos; pero para el caso, voy a mencionar a Alberto Misrachi y Pedro Friedeberg. Ambos tenían sus respectivas galerías de arte. La de Misrachi: Prestigiosa. La de Friedeberg: contracultural. Como no iba a ser contracultural, si se llamaba “La Chinche” y los volantes de la inauguración decían “Diario de la chinche vida”.
     En ese ambiente de personas dedicadas a las artes, las antigüedades y la bebida; se encontraron Guadalupe Amor y Pedro Friedeberg. Pedro llegó a ser su íntimo amigo, fue de quienes conocieron los interiores de las habitaciones donde vivió. Existe un dibujo al reverso de un volante de “La Chinche” donde Pedro detalla el interior de la habitación donde vivía Pita.
     En 1984, los esposos Misrachi, Friedeberg y Guadalupe Amor, deciden editar un libro que se llamaría “La jungla”. Un libro de sonetos de Guadalupe Amor e ilustrado por Pedro Friedeberg. Algo así como una versión moderna de aquel bestiario de Juan José Arreola ilustrado por Héctor Xavier con “punta de plata”. Así pues surgió este libro con un “Prólogo intrascendente para un libro trascendente” escrito por Alfonso de Neuvillate.
     Desde mi punto de vista, el hecho de tener que trabajar con un pie forzado de ciertos animales (que a veces ni de la jungla son) limitó la creatividad de Guadalupe, quien de momentos pareciera no esforzarse en refinar sus sonetos. Sin embargo, con esa inventiva y creatividad casi infinitas que caracterizaban su genio, resultaron algunos sonetos ricamente escritos, que junto a las ilustraciones de Pedro Friedeberg, forman uno de los libros más bellos que he visto. Mi favorito personal “El dragón”

Dentro de un tibor muy fino
hay un dragón decorado,
con oro al fuego dorado.
Ya casi es un dragón divino.
Que desvarío y desatino.
El dragón condecorado,
por mi pluma dibujado
es un signo del destino.
Está recamado de oros;
de arabescos chinos, moros,
persas, turcos, africanos.
Pisa desiertos lejanos.
Es un dragón encantado
por mi tinta doctorado.

     Para concluir con la anécdota sobre este libro, tengo que mencionar que como bonito memento de aquella época, nos quedó una fotografía tomada el día de la inauguración de “La Chinche” donde podemos ver a Guadalupe Amor, con vestido, medias, zapatillas, tapadito de armiño blanco, su pequeño perro “Pinochet” y el eterno rizo de cabello en la frente; sentada en una banca de paseo de la reforma con Pedro de pie haciendo el saludo militar y Xavier Girón con el “saludo a la bandera”. Junto a uno de los jarrones labrados en cantera: un ramo de rosas que Pita debe haber sostenido en sus brazos ese día. La fotografía fue tomada por Katy Horna.


Víctor Valenzuela Guzmán
Mayo de 2020

Imagen portada e interior: Pedro Friedeberg

HÁBITO DE MAR




Se me antoja
tu aroma de madera turca
tu piel apanterada
corazón de ave dormida
que gorjea sueños de nueva luna.
Tu carne herida
despliegue de corales
artificio de vuelos sincopados.
Se me antoja
tu cuerpo de sirena diluida.
tu sombra que me asombra
filtro plateado
en mi retina oscura.
Como una medusa
recorro tu vientre
transparencia de agua
diluvio que todo lo circunda
filamento de algas
fuente de sal
principio y nada.

José González Gálvez


Imagen: Tamara de Lempicka

ANÉMONAS



I

Destino construye
          Insólita y calladamente
Universos que se acercan
           Se sonríen o chocan.

II

Del fondo marino surgen:
                       lágrima y risa
                              el contorno sinuoso
                                     de las casualidades

III

¿Cuál fue el recorrido de Ella?
¿Cuántas renuncias de Él para encontrarla?
La espera de ambos como única certeza.
Peces branquiando distancias.

IV

Una anémona extiende sus tentáculos…
Rosas, púrpuras, grisáceos o azules
En un reflejo de luz,
sobre una roca del destino
los Encuentros son una fracción de segundo:
si no los tomas se tornan ola que estalla.


Dora Berenice Paredes Acosta
Junio de 2020

Imagen: Remedios Varo