En los ochentas. Guadalupe Amor, más agobiada por sus
trastornos que por sus más de sesenta años, se volvió a ver rodeada de personas
que se volvieron sus amigos. Son muchos; pero para el caso, voy a mencionar a
Alberto Misrachi y Pedro Friedeberg. Ambos tenían sus respectivas galerías de
arte. La de Misrachi: Prestigiosa. La de Friedeberg: contracultural. Como no
iba a ser contracultural, si se llamaba “La Chinche” y los volantes de la
inauguración decían “Diario de la chinche vida”.
En ese
ambiente de personas dedicadas a las artes, las antigüedades y la bebida; se
encontraron Guadalupe Amor y Pedro Friedeberg. Pedro llegó a ser su íntimo
amigo, fue de quienes conocieron los interiores de las habitaciones donde vivió.
Existe un dibujo al reverso de un volante de “La Chinche” donde Pedro detalla
el interior de la habitación donde vivía Pita.
En 1984,
los esposos Misrachi, Friedeberg y Guadalupe Amor, deciden editar un libro que
se llamaría “La jungla”. Un libro de sonetos de Guadalupe Amor e ilustrado por
Pedro Friedeberg. Algo así como una versión moderna de aquel bestiario de Juan
José Arreola ilustrado por Héctor Xavier con “punta de plata”. Así pues surgió
este libro con un “Prólogo intrascendente para un libro trascendente” escrito
por Alfonso de Neuvillate.
Desde mi
punto de vista, el hecho de tener que trabajar con un pie forzado de ciertos
animales (que a veces ni de la jungla son) limitó la creatividad de Guadalupe,
quien de momentos pareciera no esforzarse en refinar sus sonetos. Sin embargo,
con esa inventiva y creatividad casi infinitas que caracterizaban su genio,
resultaron algunos sonetos ricamente escritos, que junto a las ilustraciones de
Pedro Friedeberg, forman uno de los libros más bellos que he visto. Mi favorito
personal “El dragón”
Dentro de un tibor muy fino
hay un dragón decorado,
con oro al fuego dorado.
Ya casi es un dragón divino.
Que desvarío y desatino.
El dragón condecorado,
por mi pluma dibujado
es un signo del destino.
Está recamado de oros;
de arabescos chinos, moros,
persas, turcos, africanos.
Pisa desiertos lejanos.
Es un dragón encantado
por mi tinta doctorado.
Para concluir con la anécdota sobre este
libro, tengo que mencionar que como bonito memento de aquella época, nos quedó
una fotografía tomada el día de la inauguración de “La Chinche” donde podemos
ver a Guadalupe Amor, con vestido, medias, zapatillas, tapadito de armiño
blanco, su pequeño perro “Pinochet” y el eterno rizo de cabello en la frente;
sentada en una banca de paseo de la reforma con Pedro de pie haciendo el saludo
militar y Xavier Girón con el “saludo a la bandera”. Junto a uno de los
jarrones labrados en cantera: un ramo de rosas que Pita debe haber sostenido en
sus brazos ese día. La fotografía fue tomada por Katy Horna.
Víctor Valenzuela
Guzmán
Mayo de 2020
Imagen portada e
interior: Pedro Friedeberg