Taller Literario Bernal Díaz del Castillo / Coatzacoalcos, Ver.
Lo mataron por el bar, cerca de la parada de camiones, impulsados por un instinto animal; primero, Pedro le estrelló en la cara un pedazo de pavimento que encontró entre los restos de un tope, y Emigdio, el menor de los hermanos, le propinó finalmente una punzada certera al corazón.
Antes de ser descubiertos, los hermanos corrieron a ocultarse al nauseabundo cuarto que alquilaban cerca del lugar.
Al día siguiente, los diarios locales destacaban la fotografía sangrienta de un ingeniero recién graduado por la universidad nacional. Bajo el título “Junior salvajemente ultimado”, se mostraba sin ningún fundamento informativo, el charco de sangre que envolvía al cuerpo. En otra foto, un Ford Fiesta azul marino; su coche, descompuesto a una cuadra del lugar con el pie indicativo: “Habría tomado la ruta más larga y peligrosa”.
Los hermanos, después de una noche intranquila por la conspiración, salieron a la calle con rumbos diferentes pero con el mismo fin, descubrir la verdad de los periódicos.
Así, cada uno por su lado, se enteraban la mañana del lunes 28 de noviembre, que su víctima no era el dueño del bar que los había corrido y de quien decidieron desquitarse la tarde anterior.
— ¡Siempre sale a esa hora hombre, siempre! -le dijo Pedro a Emigdio cuando arreglaban la venganza, y siguieron tomando sin dar tanta importancia al comentario. Tres horas más tarde, un bullicio destroncaba la noche por la aparición de un cuerpo.
Consternados después de ver el charco rojo en la gráfica, los hermanos regresaron en profundo silencio al cuarto, se vieron a los ojos, colocaron los periódicos en una pequeña mesa de mimbre y empezaron a tronar —como hecho bíblico— las gotas de lluvia sobre el techo de lámina.
Ahí estaba, en las portadas de los principales diarios, el muerto equivocado de los contreras.
La víctima murió al instante, sin tiempo de recopilar las imágenes que guardaba de una vida próspera y tranquila. A los pocos minutos el cuerpo se rodeó de curiosos noctámbulos. Las primeras declaraciones apuntaban a un fallido intento de asalto, pero enseguida se desmintió. Las características del crimen, según la policía local, indicaban un móvil distinto.
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