Que cometen atropellos, robos y hasta crímenes; que no respetan y son abusivos; que se pasan los rojos semáforos; y que hay que temerles.
Estoy en la cuarta
semana de usar taxis pues mi Borita está indispuesto, además de carecer de
placas y toda documentación ¿y qué quieres, que me metan a la cárcel por andar
en vehículo robado? ¿o que me las traigo con el narcotráfico? ¿y hasta con la
trata?
Y mientras viriguan y
arrejuntan pruebas, ya refundida y a ver si mis hijos me vuelven a ver…
pobrecitos… ¡qué alivio!
Y esto anuncio de muy
buen ánimo: todos los taxistas que me han dado servicio desde las seis de la
mañana – o sea, de noche, desmañanados- han sido muy amables conmigo; hasta
debido a mi codo, aceptan mis regateos y me rebajan la dejada hasta a trece
pesos.
Su conversación es
muy interesante, es inteligente y a veces irónica, y más ahorita enchiladísimos
con la Reforma Energética, pior tantito.
Siempre un saludo
atento al abordar y desocupar el taxi; es raro el que no me bendiga. ¡Qué
belleza al comenzar o finalizar mi día oír a un hombre decirme: ¡Que Dios la
bendiga!
María del Pilar López
González
Octubre 5 de 2014
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