Horacio
Silvestre Quiroga Forteza, fue cuentista, novelista, poeta, dramaturgo y
maestro uruguayo que radicó en Buenos Aires Argentina. Es considerado hasta la
fecha como uno de los mejores cuentistas latinoamericanos. Su vasta obra está
situada entre la declinación del modernismo y la emergencia de las vanguardias.
Estudió
en el Instituto Politécnico de Montevideo y en el Colegio Nacional. Se inició en
las letras bajo el patrocinio del escritor Leopoldo Lugones. Funda la tertulia
“Los tres mosqueteros” y colabora con sus escritos en “La Revista” y “La
Reforma”. A los diecinueve años crea la “Revista
de Salto”. Se marcha a París durante tres meses y a su regreso instaura el
Consistorio del Gay Saber, que pese a su corta existencia presidió la vida
literaria de Montevideo.
Dentro
de su vasta experiencia, sintetizó las técnicas de su oficio como escritor en
el “Decálogo del perfecto cuentista”, estableciendo pautas relativas a la
estructura, la tensión narrativa, la consumación de la historia y el impacto
final del relato.
Su
obra está influenciada por las lecturas de Edgar Allan Poe, Rudyard Kipling y
Guy de Maupassant, recreando un estilo que le permitió narrar magistralmente la
violencia y el horror que se esconden detrás de la aparente apacibilidad de la
naturaleza.
Sin
embargo su “aparente apacibilidad” está marcada por el signo de la tragedia y
el exterminio con una cruz imborrable de Miércoles de Ceniza. En la otra mitad
de la vida de Quiroga, bíblicamente Abel no mató a Caín; los padres, hermanos,
esposas, hijos, amantes y amigos marcharon juntos al este del Paraíso y
abrazados murieron lentamente la muerte del suicidio, la enfermedad y el asesinato fortuito.
Cuando
Horacio contaba con dos meses de edad muere su padre al disparársele
accidentalmente su escopeta durante una cacería. Doce años después su padrastro
Ascenso Bargo se suicida con una escopeta. En 1901 fallecen dos de sus
hermanos, Prudencio y Pastora, víctimas de la fiebre tifoidea. Un año después
mata accidentalmente con una pistola a su amigo Federico Ferrando. Su primera
esposa Ana María Cires se suicida durante una fuerte crisis depresiva. Se casa
con María Helena Bravo quien lo abandona después de nueve años de matrimonio.
Cuando contaba con la edad de 59 años, se entera que padece cáncer de próstata
y se suicida ingiriendo cianuro en el Hospital de Clínicas de la ciudad de
Buenos Aires. Sostuvo una
intensa amistad que se transformó en romance con la poeta Alfonsina Storni,
quién se suicidara en 1938. Un año después se suicida su hija Eglé y años más tarde su hermano Darío
también haría lo mismo, ambos fueron producto de su primer matrimonio.
Horacio
Quiroga utilizó ampliamente las leyes internas de la narración y buscó un
lenguaje que lograra transmitir con veracidad lo que deseaba relatar,
alejándose de manera lenta de la escuela modernista.
Publicó
casi al final de su vida lo siguiente: “No
escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si eres
capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del
camino”.
José
González Gálvez