lunes, 21 de julio de 2014

NACERÉ DE NUEVO PARA NO MORIR, by Carolina Guzmán Sol


A la memoria de Nahui Ollin,
con admiración

No sé si yo me introduje en tu vida o tú en la mía, pero viva y omnipresente cohabitas este espacio temporal con ese modo infalible que utilizas para materializar tus caprichos más genuinos; como haya sido, nunca pude volver a ser la misma.
Me recuesto por las noches buscando un sueño tranquilizador y al más breve movimiento… ¡ahí estás de nuevo! Apareces descomponiendo líneas rectas  para eliminar lo convencional de la vida y pintar poesía erótica en mi cuerpo; entonces llegan al ex convento de la Merced tus amantes y los míos, y bañados en fluidos piroclásticos liberamos la mansedumbre de todo nuestro género.
Despierto y me veo caminando por la Alameda y por Tacubaya aun antes de bajarme de la cama, antes de emprender el arreglo necesario para el día. Cuando maquillo mis párpados con el lápiz habitual, el espejo me devuelve una mirada enorme flotando en el mar de tus ojos verdes, eres tú convertida en mí, o soy yo escondida entre tus cabellos rubios, algunas veces mal cortados.
En más de una ocasión me descubro repitiendo ese parlamento elocuente que define tus ideas de principios de siglo, tus pasiones y tu rebeldía; luego de forma inevitable tomo la cadencia de tus movimientos y caigo en una furia de celos incontenible; me desplazo como tormenta buscando al Dr. Atl para descargar los rayos, las lluvias y los truenos, que habrán de fulminarlo, cada que lo pienso encerrado con mujeres disolutas. Y lo amo aun odiándolo.
Si nombran a Nahui, soy yo quien voltea.
Viajo rumbo a los quehaceres cotidianos con la mirada perdida en cualquier cosa del entorno, de repente mis ojos se clavan en espectaculares donde aparece mi cuerpo desnudo, y entiendo que Diego debió pasar por esas calles poco antes que yo, pintando murales que conciben un país fabuloso, donde habrá libros para los campesinos, luz eléctrica, educación, maíz, pintura y mujeres felices; lo hace para indicarme por dónde puedo llegar a él, para volver a pintar mis caderas descubiertas y gritar mi poesía social sin detenimientos, con las ideas subversivas que a ti y a mí nos identifican.
En ocasiones, cuando siento que no soy yo como lo fui antes, paso la mano por debajo del vestido que apenas cubre mis piernas, y no importando la compañía de los Bernales, deseo desnudarme en el salón de letras para despojarme finalmente de todo cuanto me cubre; del prejuicio de los trapos, del apretado corsé de la sumisión de las mujeres de cualquier época; de las que aun callan, de las que aun son golpeadas, las que esconden sus rostros, las que sufren infidelidades y luego son abandonadas, las que por miedo se rinden, las que son vendidas y mal pagadas.
Yo era Carolina Guzmán, la hija del arquitecto Álvaro Guzmán; ahora soy la desnuda, la indiscreta, la de sueños lúbricos.

Carolina Guzmán Sol
Junio de 2014

1 comentario:

  1. No cabe duda, estás posesa.
    Excelente texto de principio a fin.
    BRAVO!!!!
    Leonora

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