En
medio de la pertinaz lluvia, un loco pide a gritos un beso. De pronto, deja de
llover y un arcoíris se dibuja en el cielo azul nomeolvides. Observa con mirada
profunda a una mujer gorda que cruza la calle. Atraído por sus carnes fofas, va
tras ella. Lo enciende una fuerza inexplicable que brota de alguna parte de su
mente. Tal vez es una chispa de lucidez que retorna. La mujer, al darse cuenta
que la siguen, corre despavorida y con gran dificultad. Apenas puede separar
sus pies orondos en ángulo agudo. Es una especie de pingüino en la gran ciudad.
Avanza, aletea, grazna, pero sin darse cuenta y en el mejor momento de la huida
cae en una coladera. La gordinflona llora amargamente al verse sucia, sentirse
sucia, olerse sucia. Está cubierta de podredumbre y sigue llorando. El loco se
acerca y muy apenado le brinda una disculpa. Extrae de la bolsa de su casaca
deshilachada un perfume y se lo ofrece. El perfume que no pudo entregarle a la
mujer que amaba y que desató su locura.
Martín
Cruz
Mayo
de 2017
Interesante trabajo Martín. Consolidas el asombro al final de tu texto.
ResponderEliminarGracias Pepe. Ahi vamos aprendiendo poco a poco.
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