jueves, 22 de octubre de 2020
ELEGÍA
El pabilo viscoso y macerado parpadeó agónico por última vez. Aquella penumbra era una asonancia entre el azul plumbago y mi delirio.
No pude contener el llanto, gotas salobres
se despeñaron como ríos de agua amarga…
eran fragmentos invisibles de un sentimiento oculto.
Las manecillas del reloj avanzaron
inmisericordes; la Colt 38 quedó
atrapada entre mis crispados dedos… una carcajada burlona retumbó en el oscuro
túnel sin retorno. Prescribía una vida asfixiada por la insidia y el oprobio.
El café quemado invadió la sala velatoria
y los rezos que invocaban perdón, sonaron a fantasía impronta convertida en
réquiem.
María Esther Balcázar Márquez
Fotografía: Lola Álvarez Bravo
DESEO
Alas… sólo alas,
para volar hacia el cielo,
y llegar al vórtice
del torbellino
que lleva la vida.
Alas… sólo alas,
para llegar al centro del sol
donde descuella
la luminaria infinita
que podrá encender
mi fuego para siempre.
Alas… sólo alas,
para impregnar de rojo
el horizonte,
tocar las suaves
plumas de las aves,
y verte apasionado
entre mis brazos.
Alas… sólo alas,
para ver el efecto mortecino,
de la vela encendida
en nuestra alcoba,
y saciarme cual último suspiro
en la cóncava
gruta de tu boca.
Alas… sólo alas,
para extasiarme
paseando entre mis sueños,
en la penumbra de una noche Parisina,
que miremos los dos
desde una luna,
que con rúbeo color
nuestra pasión encubra.
Alas… sólo alas,
para estar junto a ti,
encendido de amor y pasión,
…sólo uno.
María de Lourdes Marín Ramírez