martes, 10 de enero de 2017


FIELES HASTA EN LA MUERTE

Rogaciana miraba el atardecer desde la playa, sentía acariciar su cuerpo por la brisa del mar. Era sublime ver caer el sol. Algunos niños corrían a su alrededor y recordó su niñez. Pensó en aquella linda perra cazadora que trajo su padre a casa cuando fueron a vivir al mar. Donde nació Granizo, un día que extrañamente granizó en aquella lejana región del trópico.

Los recuerdos la transportaron a su juventud y los viajes con el Cuate; quien atraía las miradas porque parecía muñeco de peluche.

El suave y cadencioso vaivén de las olas la llevaron a pensar en Prudencio; el joven del que estuvo enamorada, sin embargo, nunca se acercó al portón de su casa. Buscó la razón y encontró a Bonachón y Tremendo responsables del asunto; pues un día le arrebataron lo más preciado de su cuerpo y nunca lo volvió a ver.

Estaba impactada por enfrentar una verdad olvidada, cuando Breta y Trico se hicieron presentes en el recuerdo de la madurez. Los vio en el huerto de aguacates buscando frutos que pisaban para expulsar la pulpa y darse un festín.

Amanecía cuando la vista se le nubló, se sintió mareada por un dolor quemante como centella desgarrándole el pecho, dejó de respirar. Al salir el sol unos perros se acercaron a ella y ladraron sobre su rostro. Pero Rogaciana ya no respondió.
                                                                                       
María del Carmen Balcázar Márquez

Mayo de 2016

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