MADRE SOLTERA
Con una jura de bandera en el viejo parque Independencia,
cada tres años se iniciaba la transición de los gobiernos municipales. A la ceremonia asistían ambos cabildos, el
entrante y el saliente; así iniciaba funciones el nuevo Ayuntamiento.
En las ciudades pequeñas donde todos nos conocemos, una vez
pasadas las contiendas políticas, de inmediato volvemos a ser amigos.
Yo ocuparía la Dirección de prensa y relaciones públicas;
quien me antecedió era un joven alegre y dicharachero apodado “Loquillo”, quien
me dijo a bocajarro: si quieres la perrita, tienes que irla a buscar
ahora mismo, terminando la ceremonia.
-Oye, pero debo quedarme a recibir la oficina- repliqué con
tono de gran solemnidad.
- Lo siento, Katusha ya no debe estar en la casa cuando
regresen mis hijas de la escuela, se han encariñado mucho con ella.
Yo que moría por tenerla, olvidando mi responsabilidad de
servidor público que iniciaba precisamente ese día a las 9 de la mañana, salí
disparada para la casa de Ramón. Cuando me entregaron a la pequeña, la cargué
con la delicadeza con que se acuna a un bebé y la llevé a casa. Al llegar a su
nuevo hogar, recorrió todos los rincones; y minutos después se quedó
profundamente dormida. Como madre primeriza no sabía si aún tomaba leche o ya
comía alimento sólido. Era realmente hermosa: chatita, de ojos vivarachos y
pelo negro y brilloso como un zanate.
Lo primero que hice fue llamar a mis amigas para
participarles que “había adoptado una niña”.
-¡¿Cómo?!- Dijeron una
a una esgrimiendo el mismo argumento: tú siempre dijiste que jamás serías madre
soltera.- ¡Cómo es posible!… Y ¿Quién te la va a cuidar?
-Pues no sé- repuse con firmeza -Además sospecho que no les
va a gustar porque es negrita -dije con intención de escandalizar.
-¿Negrita? ¡Es el
colmo Teté! ¿A dónde fuiste a recoger a esa niña? ¡Sabrá Dios quiénes son sus
padres! ¡Qué loca eres!
Sin dejar de disfrutar mi “maternidad repentina” les dije:
pues yo sí sé quiénes son sus padres y de donde viene. Conocí a su papá… era hermoso, fornido y
bravucón. Falleció la semana pasada; sus
múltiples parejas lo contagiaron de una enfermedad venérea que lo llevó a la
tumba. De su madre no sé nada.
-O sea ¿Es huérfana?
-Así es- dije desafiante.
-Pues sí que estás loca… mira que buscar “palo pa’tu cabeza”
a estas alturas del partido… ¡No le veo la gracia!
-Pues ya siento que la quiero y no me importa su ascendencia,
si es plebeya o de sangre azul – dije un poco enfadada.
Solo unas horas transcurrieron antes de que mis amigas se
presentaran en la casa para conocer a MI NEGRITA, ¡MI HIJA ADOPTIVA DE CUATRO
PATAS! Katusha vivió 9 años y su partida aún me entristece porque supo ser fiel
compañera hasta el último aliento.
María Esther Balcázar Márquez
Junio 15 de 2016.
Te admiro por tu tenacidad al escribir. Nunca dejes de hacerlo, disfrutamos inmensamente de tus escritos. Felicitaciones por tus exitos y espero sean muchos mas.
ResponderEliminarLorena, Calgary, Alberta Canada
Es una bella historia, felicidades al blog
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