lunes, 22 de mayo de 2017

TEXTOS QUE SURGIERON COMO RESULTADO DEL TALLEREO DE LA ESCULTURA "NOCHE" DE MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI



AUSENCIA


Hoy necesito verte, necesito sentirte.

Absorta en mis pensamientos, me pregunto, qué quieres de mí.

Me pides paciencia, la he tenido.
Me pides que confíe, lo he intentado a pesar del tiempo, la distancia y tu ausencia. 

No entiendo esta prueba… ¡tú prueba!

En mis pechos se dibuja un abismo, un hueco tan grande en donde mi corazón ya no existe. Solo siento una roca tan pesada que quiere atravesar mi piel y perecer.

Olvidarte no puedo, negarte no me atrevo.
Sin embargo me atormenta tu silencio.

Dime… qué debo hacer, qué debo sentir.
Son tantas las preguntas, solo será una la respuesta.
Quiero que sepas que te espero, te creo y te necesito.
                      
Hoy quédate conmigo, quédate a mi lado.
Tan solo déjame sentirte, abrázame sin tiempo, sin contemplaciones, porque nos queda la noche. Esta noche.


Karina Jiménez Salgado
24 de abril de 2017




DIOSA 
         
   
Piel de lunas de cuarzo, viajera venusina,
luz cósmica que embriagas, con versos de plegarias gnósticas.

Diosa de corazón rubí, código lumínico del alma
las minas de tu mirar arropan nostalgias,
en espera del caballero sin armadura
que te lleve a navegar en el bálsamo de sus imperios.

Éter de océanos de mirra y estrellas marfil
condensadas en la pureza de tus coordenadas angélicas,
claustro de anatomía perfecta, humedades áureas
en tu constelación algebraica conforman tu lecho de Afrodita,
en el monasterio de tus galaxias.

Luz boreal, danza de contorsión petrificada,
en el benedicto de tus columnas griegas,
huellas  de una ecuación  etérea, incienso de baladas en sortilegio,
Morfeo besa tu cuerpo dormido en el elixir de tus enigmas,
bendice tu hechizo eterno.

Urania Guerrero Jiménez
Mayo de 2017




Escribe escribe escribe

Tenía que escribir acerca
de Miguel Ángel y la Noche
y ahora tengo insomnio.
Estoy solo y la habitación esta tan silenciosa
que puedo escuchar a los ratones
haciendo ruidos entre la hojarasca seca.
No puedo ni siquiera mover un dedo
mi mente en automático repite:
escribe escribe escribe
escribe escribe escribe.
Aun mantengo la fe,
en mi alma derrumbada.
Pero está equivocada
ni siquiera estoy sufriendo
y eso también es novedad.
Miro los cuadros, mis libros
pienso en el pasado
comienzo a atormentarme
la noche se ha terminado
y no he escrito absolutamente nada
y lo que es peor
el arma en el cajón ha empezado ya
a oxidarse.

Francisco Uscanga Castañeda
Mayo de 2017




CAYO Y LA INMORTALIDAD


Esa noche, el gran Alejandro festejaba después de la dura batalla. Lo acompañaban los jefes de sus falanges y sus guerreros; la ansiada victoria sabía mejor con música, danza y vino. Cansado, el fundador de las Alejandrías pidió a su ayudante Cayo, un mancebo aprendiz de arquero, que retirara a las concubinas de su recámara; el joven, siempre deseoso de servir como nadie al conquistador, obedeció con prontitud.
Esa noche, Cayo se vistió con una túnica perfumada con agua de rosas, y por primera vez, se metió al lecho del guerrero. Esa noche, Cayo supo que no quería más ser arquero, ni guerrero. Esa noche, enamorado, Cayo se durmió pidiendo a la diosa Afrodita que no lo dejara morir nunca.

 Fernando Paz Saldaña
1º de febrero de 2017




ANHELO

Su rostro y su cabello pudieran ser de cualquier sexo; sin embargo, sus pechos redondos y firmes le dan la cualidad femenina. No así sus piernas musculosas como de atleta bien entrenado, y todo su cuerpo vigoroso.
Descansa tratando de cobijar unas deidades y así pedirles su protección en las luchas con los valientes gladiadores que retan su valor.
Pero sus pechos jóvenes y enhiestos sugieren un deseo de atraer a un ser hermoso, arrogante y valiente que anhele satisfacer sus deseos fogosos.

María del Pilar López González
Febrero 1º de 2017




ÉXTASIS
                                                               

Yace lánguida e insinuante, sus formas sinuosas  dejan entrever la imperfección de su ser, apoya sutilmente la cabeza sobre su mano  derecha; como si quisiera  aferrarse a sus pensamientos, cerrando sus ojos dispuesta a dormir plácidamente.
Protuberantes y turgentes pechos emergen de su torso, musculosas piernas que dejan entrever su sexualidad y evocan  una sensualidad pagana que desata pensamientos de lujuria,  por lo que  protege la vulnerabilidad de la desnudez  de su cuerpo sensual  en  una postura que invita a un sueño profundo sin tiempo ni prisa  hacia el reino de la oscuridad,  bajo un cielo solo alumbrado con la luna y las estrellas;    donde el tiempo lo devora todo.
Así esta; la magnificencia de su ser  invitan al  éxtasis del momento, una noche de ensueño o una pesadilla.


Nubia Huicab González
Febrero 2017



Juegos de La Noche


La compramos en un viaje a Florencia y era una réplica bastante aceptable de la figura femenina que adorna la tumba de uno de los Medici, nunca recordé cuál. Al llegar a casa desde el aeropuerto no nos importó el cansancio ni las demás compras y presurosos la sacamos de su empaque. Recorrimos las habitaciones del apartamento casi a oscuras para encontrarle su sitio ideal, como si fuera un cachorrito recién adoptado.

A ti te encantaba, creo que aún más que a mí, y eso es mucho decir. Cuando llegaban visitas se la mostrabas y repetías el mismo cuento una y mil veces y yo giraba los ojos y ponía cara de hastío. Era nuestro juego privado con La Noche. Así le llamábamos. Y a cada repetición de la historia le sumabas condimentos. Comenzabas contando que era la única del planeta y luego tras una larga pausa para aumentar el suspenso confesabas que nos miró desde un aparador en una vieja sala de remates. En otras versiones aseverabas que nos había gustado porque era vanidosa y, también, que era una cuestión del destino porque nosotros nos habíamos conocido justamente en una noche. Los visitantes ya conocían la dinámica y la disfrutaban, incluso la tomaban entre sus brazos y aseguraban sentir emociones intensas como amor de primavera, risas después de una tragedia o la primera traición de una adolescente        enamorada.

Amábamos La Noche,     y en cierto punto llegamos a preguntarnos si no era ella la que nos mantenía unidos. A lo mejor la     duda        aceleró     el        desenlace. Fue entonces que un buen día La Noche decidió que había cumplido su ciclo y por primera vez en su marmolada existencia de estatua miniatura estiró los brazos, apoyó sus talones en el piso y de un salto salió volando por la ventana, perdiéndose entre las nubes, dejándonos sin saber cómo seguir adelante.

Alexander Gristo Savornin
11 de mayo de 2017




POR EL DOLOR DE NO TENERTE

                              Amado para mí es el sueño,
                              y mejor ser piedra.
                              Miguel Ángel Buonarroti                                                
                                                     
Te llamo a pesar de la distancia. Hoy es una tarde nublada, amenaza la lluvia. Hace frío. Los árboles se agitan y botan sus hojas secas.
Tu nombre es Níobe, lo escribiste una noche en mi espalda. Ahora me siento como un ciego que tropieza continuamente con las paredes. Mi malestar, es un dolor que se queja como hueso dislocado. Extraño muchas cosas de ti: tu piel fría y tu olor de flores de piedra. Me percato de un placer inusitado al besar tu cuerpo, tus pies impecables, tus pechos pequeños, tu abdomen plegado, tu muslo levantado en ángulo para que el brazo sostenga tu cabeza de diosa.
Te recuerdo, ¡por supuesto que te recuerdo! Esa noche estabas coronada de lunas y estrellas, cubierta de un resplandor inusual, me llamaste y acudí a ti. Juntos nos llenamos de luz. Nuestra comunión fue de otro mundo; saboreamos nuestros humores, escuchamos nuestra respiración agitada, navegamos tomados de la mano en un mar sin límites, y gravitamos como asteroides recién descubiertos.
Me acostaré con tu imagen y el sabor de tu piel. Mañana, cuando el sol invada mi habitación y la llene de ascuas, sabré que dormiste a mi lado, que no eres solamente un bloque de mármol.

José González Gálvez
Febrero de 2017



PSIQUE


La maleza invade el extremo del cementerio anexo al convento, donde yacen aquellos que perdieron el derecho del descanso en tierra sagrada.
Un joven novicio, lleno de compasión suplica al prior que le permita limpiar esas tumbas. Con las manos laceradas por los abrojos, se entrega con alegría al Señor.

En una antigua tumba descubre una hermosa estatua de una muchacha desnuda.
El seminarista, deslumbrado por su belleza, casi vital, todos los días la visita; le cuenta de su amor a Dios, describe largamente la felicidad de la entrega al Ser Supremo.
Sin percatarse le habla de sentimientos desconocidos, insospechados, y como la humedad al muro, un amor profano invade su mente y su corazón. Hasta en sus rezos a Dios le reza a ella.
A veces escapa del claustro por las noches y las pasa en contemplación sin sentir el frio del cementerio.

Esta noche no volverá al claustro.
Mira desde lejos su desnudez maravillosa, plateada de luna. Con el corazón harto de belleza, se acerca diciendo: -te traje gardenias -y las coloca entre sus brazos. Suavemente le besa la frente, las mejillas, la boca fría. Acaricia la cabellera pétrea, acuna las rocas de sus pechos con las manos, y hunde la cara entre las flores buscando el aroma imaginado en horas de pasión. Tembloroso recorre con los dedos la cadera redonda, incitadora, las torneadas piernas. 
De los ojos de piedra escurre una lágrima que bebe para saciar la incontrolable sed que padece desde que se olvidó de Dios.
–No llores, sabes que no puedo soportarlo, ya no estaremos solos nunca más, -le dijo al oído. 
Se acostó a su lado y la abrazó con ternura cerrando los ojos.

En una antigua tumba en el panteón anexo al monasterio, escondida por la maleza, existe una hermosa estatua de una pareja en amoroso abrazo. En la inscripción sólo puedes lees el nombre de ella.


Marissa Hess
Febrero 2017



DONCELLA DE MÁRMOL

Observada, estudiada, criticada por unos y admirada por los demás. Al llegar la noche, la dulzura de su rostro refleja los ensueños de amor donde siempre es la bienamada, por quien los caballeros enfrentan arduas batallas deseando ganar su corazón, sus caricias, sus halagos. Y, en sus delirios… el vencedor es un joven varonil, de mirada penetrante que decidido y airoso, aligera el paso para gozar la codiciada recompensa
Luego, envuelta en la niebla se desliza, gira, se aleja; no siente alegría ni tristeza, tan solo percibe quietud, quietud… plena en la inmensa noche, su fiel compañera.

Yolanda Placeres Heredia
Febrero del 2017

2 comentarios:

  1. Un trabajo colectivo, un gran esfuerzo, diez textos inspirados en la obra de Miguel Ángel. Un abrazo a todos. Qué el éxito continúe.

    ResponderEliminar