Mi foco visual se ajusta a la
caterva del viejerío de noventa pa´rriba, todas igualitas, qué importa flacas o
gordas, prietas o blancas, canosas o pintarrajeadas, pieles resecas, de cebolla
o de ajo, tiesas de rodillas o caderas, o peor, de antebrazos u hombros, las
patas chuecas, caminar inseguro, me recuerdan el show de Michael Jackson, pero
sin arte, sin gracia, sin resignación, sin consuelo; ay qué ojeras, parecen de
Frankenstein, y los dientes… no, no los veo, creo pasaron a la historia, ¿y esa
tos? ¿es preámbulo de qué?, ¿y ese respirar agitado?, pero si una que yo
conozco requetebién creyó hace unas noches que la Catrina con su velo negro,
transparentaba guiños y ay, ora sí que el MIEDO llegó sin invitación, dizque
porque se le dio la gana. Bueno, a ver cómo se defiende cada una y se aconchaba
un pariente que la cuide, aunque sea con desgano, en los momentos agitados, y
que el túnel descendente resbaladizo se ahogue en una espiral de… aquí ya no se
alcanza a ver nada…
María del Pilar López González
21 de febrero de 2018
Imagen: Isidre Nonell Monturiol
Muy buen ritmo narrativo. Las descripciones con la crudeza de la comicidad.
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