jueves, 22 de octubre de 2020

ELEGÍA

 


El pabilo viscoso y macerado parpadeó agónico por última vez. Aquella penumbra era una asonancia entre el azul plumbago y mi delirio.

     No pude contener el llanto, gotas salobres se despeñaron como  ríos de agua amarga… eran fragmentos invisibles de un sentimiento oculto.

     Las manecillas del reloj avanzaron inmisericordes; la Colt 38 quedó atrapada entre mis crispados dedos… una carcajada burlona retumbó en el oscuro túnel sin retorno. Prescribía una vida asfixiada por la insidia y el oprobio.

     El café quemado invadió la sala velatoria y los rezos que invocaban perdón, sonaron a fantasía impronta convertida en réquiem.

 

María Esther Balcázar Márquez

 

Fotografía: Lola Álvarez Bravo

 

1 comentario:

  1. La imagen lograda en ese microespacio, hace este texto redondo, completo. Felicidades.

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