sábado, 4 de marzo de 2017

TLÁLOC



Danzaba el pueblo al son de sus instrumentos pidiendo lluvia. Cuando ésta llegaba como un despertar a la vida, se producía un regocijo general; los árboles reverdecían, las flores de    exquisitas fragancias formaban cuadros de diversos colores; las aguas cristalinas de los ríos, lagunas y arroyos contribuían con armoniosos susurros y la deidad desde la montaña, contemplaba el hermoso espectáculo.
La autora

Llovía cuando lograron terminar las maniobras de rescate. El equipo encargado de trasladar la pieza de los montes del pueblo de Coatlinchán, en el estado de México, al Distrito Federal, fue impresionante. 

El Dios Tláloc es el monolito que ocupa el 5º lugar en el mundo por sus dimensiones colosales, pesa 165 toneladas y mide 7 metros de altura. Estuvo resguardado en ese sitio por más de cuatro siglos. Fue descubierto a finales del siglo XIX por Alfredo Chavero, en un ojo de agua cerca del río en la cañada de Santa Bárbara. Se piensa que es obra de la cultura teotihuacana realizada en el siglo III d.C. Algunos arqueólogos opinan que esta pieza representa a la diosa Chalchiuitlicue, y que Tláloc aun reposa en las faldas de alguno de esos montes.

El traslado se efectuó el 16 de abril de 1964 en una gran plataforma cargada por dos tráileres. El viaje fue acompañado por un fuerte aguacero que afectó varias zonas aledañas. Una pregunta quedó en el aire: ¿Sería la intensa lluvia un homenaje por el gusto de ser rescatado, o porque no le agradó que turbaran su paz?

Los antiguos pobladores lo ubicaban en lo alto de las montañas, unido a las nubes tempestuosas cerca del cielo. En la actualidad se encuentra en el paseo de la Reforma, y da la bienvenida a los visitantes del Museo Nacional de Antropología e Historia, que fue inaugurado el 17 de septiembre de 1964.

Yolanda Placeres Heredia
Julio de 2016 



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