sábado, 15 de julio de 2017

POCO A POCO



Esa tarde te dormiste en mis brazos, el silencio fue instalándose poco a poco. "Poco a poco" como decías en víspera de tu viaje. Breves sonrisas, parpadeos suaves, tus extremidades contrayéndose y al final... ¡Tu cuello vencido!

El reloj marcaba las cuatro. Las paredes de tu habitación sudaban miedo, las enredaderas del  jardín lucían complacidas por el viento trasegando entre sus ramas, algunos pájaros a manera de despedida te dedicaban su canto.

Tocar tu cuerpo aún cálido fue una experiencia intensa. La simetría del tiempo me regalaba minutos, pero anunciaba que pronto terminaría la oportunidad de contemplarte.  Estabas, pero ya te habías ido.  Un torbellino interno me sacudió; sentí ansiedad, ofuscación, temor, gratitud... ¡mucha gratitud! Preferí hablarte, decirte las cosas que omití durante tanto tiempo, pero sobre todo agradecerte y celebrar el privilegio de haber sido tu hija.
 
Ha pasado un año y sigues conmigo. Te siento en mi cuerpo transpirando recuerdos, evocando oraciones, mirando al infinito que te convirtió en eternidad. Un año en que has trenzado los hilos sueltos de esa madeja de amor que ahora venera tu recuerdo. La unidad que soñaste se va cristalizando, tus bendiciones nos han ido transformando en la familia que siempre quisiste, aún falta mucho pero cada vez nos acercamos más a tu anhelo.

Madre, aún te necesitamos. Necesitamos que sigas trabajando desde arriba, tú y mi padre son los ángeles que nos hacen concebir esperanzas. Ustedes no han terminado... Sigan  "poco a poco" como decías... Intercediendo ante Dios por esta familia donde casi se pude tocar el amor.


LOURDES MARIN DE MUÑOZ


23 de junio de 2017



2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Mi amiga de lujo tu prosa me conmueve. Gracias por compartir tanta belleza.

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