Empezó
el agrado por los jugos agridulces como la toronja, el limón… luego una
predilección por el pollo asado a las brasas y por la nueces; nuevas
experiencias en gustos.
Se
le ocurrió un día ir al sanatorio donde le hicieron el trasplante de hígado y
requirió los datos de su donante.
Retrocedió
en el tiempo al accidente y a su vida anterior. Proyectó su película, lo
imaginó joven, rubio de ojos café claros, de mirada inquisitiva, de modales
agradables, y de pronto lo sintió en su vida, en su cuerpo, se enamoró de él;
inalcanzable porque pertenecía a otra esfera.
María
del Pilar López González
Mayo
10 de 2017
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