El ring-ring
del teléfono te saca del profundo sueño. Aun adormilada tomas el auricular
diciendo un apenas perceptible —Bueno. Una voz vieja viola tu sueño en un
torbellino confuso: —Tu comadre se está muriendo. — ¿Quién me habla? — ¿Cómo
puede morir mi comadre si es tan joven?—piensas viendo el reloj: son las tres
de la mañana.
Pensamientos absurdos van cayendo en un plano más consciente hasta que reconoces la voz. — ¿Que pasó Malena? ¿Que le pasa a mi comadre? ¿Cómo que se está muriendo si hace poquito estaba bien? —preguntas y te das cuenta del absurdo: como si estar bien hace poquito fuera un antídoto contra la muerte.
—Está en terapia intensiva con una neumonía— responde Malena con una voz sin vida, reflejando el dolor de saber a la madre de su nieta, tu ahijada, en grave peligro. Dicen que es coronavirus y que posiblemente no amanezca.
—Pero es muy joven y muy fuerte—, dices y nuevamente te das cuenta del argumento, tan estúpido, como Si hace poquito estaba bien.
Algo se endurece en tu pecho mientras Myrna te sonríe desde la fotografía que les tomaron cuando eran las mejores amigas y decidieron hermanarse haciéndose comadres.
La tristeza te ahoga, los recuerdos se atropellan; dices llorando —mi loca comadre, tan impredecible, tan llena de vida, tan necesitada de amor. Y tan inestable.
Un día no volvió a hablarte, ni a contestar tus llamadas. Era su cumpleaños. Después de la fiesta se distanciaron.
Parecía que Myrna alejaba a todas las
personas que quería; como empeñada en guardar un rencor por algo que nunca
compartió.
Ahora se está muriendo, lejos, irremediablemente sola, y te deja con el amargo dolor de no entender porque se va sin decirte adiós.
—Adonde vayas te perdono la última ofensa me haces al no poder decirte: ¡adiós comadre, estás media loca, pero te quiero!
Marissa Hess
Texto de un ritmo ágil que describe la vorágine del dolor.
ResponderEliminarUn texto bien construido cimentado con el sentimiento del dolor. Te felicito Marissa.
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