domingo, 1 de septiembre de 2019

ALICIA





Sentada con los codos sobre las rodillas y la cara entre las manos, así se encuentra Alicia, se notan en sus ojos y labios apretados que está enojada.
Ha tenido un día agotador, el cansancio se apodera de su delgado cuerpecito, sus pies descalzos amoratados por el frio; se le estruje su adolorido estómago… tiene hambre.

Seguir caminando es lo que se le ocurre, pasear y mirar a su alrededor;  es   lunes, día de trabajo; la gente va y viene sin mirarse unos a otros. Sigue su camino y al voltear  al piso su atención se centra en algo brillante, se detiene; sus ojitos se iluminan: ¡una moneda!  Es su día de suerte.

Sin pensarlo corre a la primera tienda que encuentra, en la vitrina pueden verse deliciosos bocadillos, una sabrosa torta la hace salivar; no lo piensa más y extiende la moneda, sus labios ya saborean esa rica vianda.
Sale presurosa buscando un rincón donde devorarla, pero de repente; en su prisa se topa de frente con un perro escuálido, que le lanza una mirada a su exquisita torta,   mitigar su hambre es su único pensamiento; compartirla… es su decisión.

Nubia Huicab González


1 comentario:

  1. ¡Bello! un texto que nos lleva a la reflexión, a pesar de las dificultades escoger la compasión al egoísmo .Cuando nos vemos en los ojos del otro.

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