Abriste
la vieja puerta descubrimos el amor,
tocamos
puntos cardinales, el sol nos abrazó,
tus
cabellos envueltos al cuello seducen cual serpiente,
me
atrapan,
capturas
con tu encanto la mirada,
ojos
sumergidos en aguas cristalinas,
transparente
la piel sobre la sábana que cobija
un
lecho de rosas sin espinas, sin prejuicios.
Descubrimos
el dolor sublime, fantasioso,
me
besas, te hago el amor,
somos
círculo vicioso,
te
conviertes en lobo, estrujas mi cuerpo,
yo
arácnida recorro tu piel,
eres
cachorro inquieto, frágil papel,
te
deslumbro, me sorprendes,
cada
noche hasta el amanecer.
De
rodillas te pido toma mi mano,
en
la fronda del sendero,
caminemos
sin sentido,
sacrifica
mis labios sobre tu pecho,
desnudo
recorre el mar en mis arrecifes,
haz
de mi piel el universo en tus sentidos,
el
volcán emerge, eres lava que cobija mi frialdad
y
deslumbra montañas de pasión.
Cierra
la puerta, guarda la llave en tu corazón,
apaga
el candil, enciende esta vela,
brilla
con luz propia dentro de mí,
se
bengala, pirotecnia universal,
libre,
auténtico,
como
sol calienta mi amanecer,
como
lluvia humedece mi cuerpo, purifícalo,
como
rayo hazlo estremecer
y
como la luna cada noche ilumíname de placer.
P.D.
No dejes la puerta abierta.
Ana
Leticia López Córdova
Febrero
2020
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